
(Monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado en 1980)
La ciudad es una jungla peligrosa, llena de feroces bestias que buscan hacernos daño.
El miedo global
Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía.Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir.
Los desechables: niños de la calle, vagos, mendigos, prostitutas, travestis, homosexuales, carteristas y otros ladrones de poca monta, drogadictos, borrachos, juntapuchos.
La industria del miedo

El miedo es la materia prima de las prósperas industrias de la seguridad privada y del control social. Una demanda firme sostiene el negocio. La demanda crece tanto o más que los delitos que la generan, y los expertos aseguran que así seguirá siendo. Florece el mercado de las policías privadas y las cárceles privadas, mientras todos, quien más, quien menos, nos vamos volviendo vigilantes del prójimo y prisioneros del miedo.
En muchos lugares se instalan circuitos cerrados de televisión y alarmas por monitores, que controlan en pantalla a las personas y a las empresas. La vigilancia electrónica se ejerce, a veces, por cuenta de esas personas y de esas empresas, y a veces por cuenta del estado. En Argentina, los diez mil funcionarios de los organismos estatales de inteligencia gastan dos millones de dólares por día espiando a la gente: pinchan teléfonos, filman y graban.
El miedo es la materia prima principal para las industrias
La demanda por seguridad es cada vez más alta.
La gente se vuelve presa del miedo.
La televisión se encarga de difundir el miedo.
Los noticieros se convierten en publicidad para las empresas de seguridad privada.
Clases de corte y confección:
Cómo elaborar enemigos a medida
Muchos de los grandes negocios promueven el crimen y del crimen viven. Nunca hubo tanta concentración de recursos económicos y de conocimientos científicos y tecnológicos dedicados a la producción de muerte. Los países que más armas venden al mundo son los mismos países que tienen a su cargo la paz mundial. Afortunadamente para ellos, la amenaza de la paz se está debilitando, ya se alejan los negros nubarrones, mientras el mercado de la guerra se recupera y ofrece promisorias perspectivas de carnicerías rentables. Las fábricas de armas trabajan tanto como las fábricas que elaboran enemigos a la medida de sus necesidades.
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